Blogia

Apologetica Cristiana

Refutando el Código Da Vinci

Refutando el Código Da Vinci

por Juan Valles 

¿Lo ha notado usted? Parece que resulta natural para el ser humano admitir que Dios no existe, o que Dios no es lo que pensamos que es, etc. Las diversas corrientes filosóficas o religiosas lanzan sus saetas intentando decirnos, aun contra la Biblia misma, cómo es Dios. Y pretenden hacernos creer que, sin importar el tiempo que haya pasado, la historia y la experiencia personal, estamos equivocados! Y en esta misma línea aparece el Código da Vinci, de Dan Brown. ¿No ha notado usted tanta promoción? ¿No ha visto cómo se ha vendido este libro? ¿Se dio cuenta de que esto se ha convertido en algo que pretende ser más que una simple novela? Yo no soy el único que escribe su punto de vista. Bastará con observar tanto énfasis en esta obra, tratada como un colosal descubrimiento digna de un film inmediato. Todos quieren leer tal libro; todos quieren ver la película. ¿Será que el ser humano está sediento de algo y busca donde no debe la respuesta a su inquietud? Puede ser…

 

Pero el Código da Vinci, a pesar de que lo tratan como novela, no pretende ser eso. La conexión entre hechos y datos históricos con la narración que le impregna el señor Brown hace que nos preguntemos si son verdad todas estas cosas. El incauto no sabrá reconocer dónde comienza la novela o donde termina la ficción. Pero es necesario que alguien hable en contra de algo que trata de desprestigiar a la Persona más importante que haya pisado nuestro planeta: Jesucristo.

 

Sobre la Deidad de Cristo

El Código nos cuenta que Jesús no es Dios. Dice que la creencia en la Deidad de Jesús es el resultado de la decisión de Constantino y sus obispos en el Concilio de Nicea allá por el 325 d.C. ¿Es cierto esto? No. El libro de Brown es muy poca cosa como para borrar la historia, y el Concilio de Nicea está lo suficientemente documentado. De hecho, el señor Brown dice textualmente: 

“Durante ese encuentro se debatió y votó sobre muchos aspectos del cristianismo... y, por supuesto, la divinidad de Jesús... Hasta ese momento de la historia, Jesús era, para sus seguidores, un profeta mortal..., un hombre grande y poderoso, pero un hombre, un ser mortal... El hecho de que Jesús pasara a considerarse "el Hijo de Dios” se propuso y se votó en el Concilio de Nicea, y la votación fue muy ajustada por cierto…” (p. 290)

 Pero nada más ridículo que eso. Cuando vamos a la Biblia, podemos observar primeramente lo que dijeron otros acerca de Jesús. Juan escribió en su evangelio: “En el principio era el Verbo; y el Verbo estaba con Dios; y el Verbo era Dios” (Jn 1:1). En una de sus cartas llegó a decir que Cristo es el Dios Verdadero (1Jn 5:20). Tomás le dijo a Cristo: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20:28). Cuando Jesús debatía con unos judíos, su declaración de que era Hijo de Dios era sinónimo de igualdad con Dios (Jn 5:17-23) Pablo le escribió a los romanos “y de los cuales,  según la carne,  vino Cristo,  el cual es Dios sobre todas las cosas,  bendito por los siglos.  Amén…” (Rom 9:5) A Tito le escribió: “…de nuestro Gran Dios y Salvador Jesucristo” (Ti 2:13) A los filipenses afirmó que Jesús no tomó en cuenta ser Dios como algo a lo cual debía aferrarse, sino que se humilló al hacerse humano (Fil 2:6). La Biblia es muy explícita en sus doctrinas. Y creo que el señor Brown desconoce el terreno donde se ha metido. Pero no sólo eso: la Iglesia primitiva escribió acerca de Jesús, y no dejó de admitir que Jesucristo es Dios. Por ejemplo, Ireneo escribió:

 

“El Padre, pues, es Señor y el Hijo es Señor; es Dios el Padre y lo es el Hijo, porque el que ha nacido de Dios es Dios. Así según la esencia de su ser y de su poder, hay un solo Dios; pero, al mismo tiempo, en la administración de la economía de nuestra redención, Dios aparece como Padre y como Hijo.”[1]

 

Y así como Ireneo, también escribió Eusebio, Policarpo, y muchos más. Decir que Cristo no era considerado “Dios” sino desde el Concilio de Nicea no puede sostenerse. Dios ha sellado la historia como un invencible testigo.

 

Si el lector es alguien interesado en la verdad, buscará en la historia. ¿Qué fue el Concilio de Nicea? El Concilio de Nicea se celebró para determinar y unificar criterios en cuanto a la Persona de Jesucristo. Fueron invitados 318 obispos de entre todo el imperio, hombres piadosos, la mayoría siervos sufrientes de la fe, los cuales tratarían el tema de la humanidad y divinidad de Jesús, su naturaleza. El Concilio duró siete semanas, y el resultado fue que de 318 obispos, 316 votaron a favor de la Deidad de Cristo. ¿Y qué ha dicho el Sr. Brown? Textualmente afirma: “… y la votación fue muy ajustada por cierto…” (p.290). Es digno de preguntarse: ¿qué quiere mostrar el señor Brown con estas cosas? Podemos entonces imaginar que, o está muy mal informado, o escribió estas cosas de manera malintencionadamente.

 

¿Se casó Jesús con María Magdalena?

No. Jesús nunca se casó. No hay evidencia ni en la Biblia ni ninguna otra fuente externa. Por más que el Código Da Vinci quiera presentar a Jesús como una persona casada, no puede sostenerlo. Pero sí hay mucho para refutarlo…

 

Hay un argumento de peso en las palabras del apóstol Pablo, quien dice que él también tiene derecho a tener una esposa como Pedro y los demás: “¿No tenemos derecho de traer con nosotros una hermana por mujer como también los otros apóstoles,  y los hermanos del Señor,  y Cefas? (1Cor 9:5) Está claro que si Jesús hubiera estado casado, esta lista comenzara precisamente con Su nombre, pues el peso de Su autoridad daría mayor credibilidad a la queja del apóstol.

 

Por otro lado está la escena de la crucifixión. María Magdalena estaba presente. Si hubiera sido esposa de Jesús, ¿por qué no recibió ni una palabra de despedida? ¿Por qué no se registró una escena al menos de amistad en tan importante momento. El Señor sólo le habló a su madre y al apóstol Juan; incluso a un ladrón que estaba a su lado, pero a María Magdalena no le dirigió la palabra!

 

Por mucho que María Magdalena formara parte de los discípulos de Jesús, que le hubiera acompañado o escuchado, eso no prueba la magnitud de lo que el Código Da Vinci nos quiere hacer creer. Es más, María Magdalena no era la única mujer presente en el ministerio de Cristo, pues había otras más. Magdalena no viajaba sola con el grupo de hombres, sino que era una más entre ellas. Cristo no se casó. Es más, no hace ni falta refutarlo…

 

Pero, si quisiéramos contra toda razón, evidencia y lógica, y aun contra la historia misma, admitir que Cristo estuvo realmente casado, ¿cuál sería el problema? Tal acto no imposibilitaría la ejecución del Soberano plan de Dios. La redención sería igualmente efectuada, porque como dijo Pablo: “Mas también si te casas, no pecas” (1Cor 7:28). A esto mismo se refiere Darrell Bock, profesor de Estudios del Nuevo Testamento, cuando dice:

 

“Una de las creencias más básicas de la fe es que Jesús fue ciento por ciento humano. Así que, si Él hubiera estado casado y engendrado hijos, teóricamente hablando, su relación matrimonial y su paternidad no habrían socavado su divinidad sino que habrían sido un reflejo de su completa humanidad. Si Jesús estuvo casado, no había necesidad reencubrir el hecho.” [2]

 

Esto es cierto. Habría sido totalmente normal decir que Pedro y Juan comieron en casa de Jesús y que la esposa de Jesús les hubiera servido a la mesa. Imagine cuán normal sería que se nos enseñara que el Hijo de Jesús estuvo enfermo y Jesús le sanara enseñándonos con esto a orar por nuestros hijos. ¿No habría enseñanzas relacionadas con el deber conyugal? ¿No se nos diría como llevar una familia y un ministerio a la vez? ¿No sería la familia de Jesús el modelo a seguir por los cristianos? Eso no haría ningún daño a la fe; pero no es exactamente lo que se nos ha enseñado. Cristo no se casó. No hay fuente que lo señale explícitamente.

 

 

¿Qué de los evangelios gnósticos?

Otro de los elementos claves en el libro de Brown es que los cuatro evangelios que tenemos en la Biblia no son realmente tan genuinos como los evangelios gnósticos, así como la absurda idea de que el Nuevo Testamento que tenemos hoy día ha sido compilado por Constantino. ¿Qué sabe usted al respecto? El Código da Vinci dice en la página 288:

 

“...miles de seguidores de su tierra quisieron dejar constancia escrita de su vida... Jesús fue una figura histórica de inmensa influencia... para la elaboración del Nuevo Testamento se tuvieron en cuenta más de ochenta evangelios, pero sólo unos pocos acabaron incluyéndose, entre los que estaban los de Mateo, Marcos, Lucas y Juan... La Biblia tal como la conocemos en nuestros días, fue supervisada por el emperador romano Constantino el Grande, que era pagano.”

 

El estudio de estos libros los refutará por sí solos. Uno de los requisitos para incluir o excluir un determinado documento del canon de la Biblia, era si era coherente con el resto de las Escrituras. Si el libro choca con las doctrinas bíblicas, es desechado automáticamente. Bock ilustra la diferencia entre los textos del Nuevo Testamento y los llamados “evangelios secretos” del gnosticismo:

 

“Lo que se representa en los evangelios secretos y otros textos relacionados es una expresión de cristianismo muy diferente de la que se presenta en los textos del Nuevo Testamento con los que estamos familiarizados.”[3]

 

Y agrega:

 

Los evangelios secretos no nos dicen mucho acerca de los siglos que pasaron después de Cristo, aparte de dejar en claro que contienen una teología distinta a la de los libros bíblicos… Estos evangelios, que se escribieron después de los cuatro evangelios del Nuevo Testamento, reclamaban tener acceso a una revelación de Dios que era independiente de los escritos cuya autoridad acataban muchos en la iglesia y eran considerados como el reflejo fidedigno de la tradición más histórica de la iglesia…

En todo esto, El Código Da Vinci es incapaz de demostrar que lo que lo sostiene es histórico…”[4]

 

El gnosticismo declara que la materia y el espíritu no pueden convivir, y de ahí pasaban a deducir que Cristo no era realmente humano. Las ideas filosóficas de este movimiento chocan con la verdad de Dios expuesta en las Escrituras. Wilton Nelson destaca:

 

“Era marcadamente sincretista, o sea, se alimentaba de cualquier pensamiento que le interesara. Por esta razón, cuando entró en contacto con el cristianismo naciente, adoptó en sus diversos sistemas muchas enseñanzas cristianas. Los cristianos se vieron obligados a demostrar que el uso que los gnósticos hacían de algunas enseñanzas cristianas en realidad eran opuestas al evangelio.” [5]

 

El Diccionario sobre religiones y sectas de la editorial Caribe, versión electrónica, nos dice que los gnósticos

 

“Insistían en la salvación mediante una sabiduría secreta o gnosis. Proclamaban el conocimiento superior basado especialmente en principios filosóficos, misterios de iniciación, ciertas doctrinas cristianas y elementos de magia. Su carácter ecléctico le permitió penetrar las comunidades cristianas de los primeros siglos.” [6]

 

Y el erudito William Barclay precisa en señalar que

 

“La doctrina básica del gnosticismo era que la materia es esencialmente mala, y el espíritu esencialmente bueno. De ahí pasaban los gnósticos a afirmar que Dios no podía tocar la matera y, por tanto, no había creado el mundo. Lo que sí hizo fue producir una serie de emanaciones, cada una de las cuales estaba más lejos de él, hasta que, por fin, hubo una que podía tocar la materia. Esa emanación fue la que creó el mundo… Los gnósticos afirmaban que cada emanación sabía menos de Dios que las anteriores, hasta que se llegaba a un nivel en que, no sólo eran ignorantes, sino hostiles a Dios. Así llegaban a la conclusión de que el dios creador era, no sólo diferente al Dios real, sino totalmente ignorante de Él y hostil a El.”[7]

 

Y finalmente destaca:

 

“Las creencias gnósticas destruían a la vez la divinidad real y la humanidad real de Jesús.” [8]

 

Por eso Juan dijo que el Verbo era Dios, y que creó todas las cosas; y más adelante subraya: “Y el Verbo se hizo carne.” Y Pablo ya había dicho muchos años antes que Cristo había creado todas las cosas para Él, y que Él era el dueño y Señor de Su creación, tanto de vivos como de muertos, haciendo que la creación misma funcione y subsista (Col 1:15-18). Las ideas de los gnósticos no pueden ser tomadas en cuenta. Aun desde la Biblia ya se estaba refutando las creencias de los gnósticos, ¿cómo pues incluirlas en el evangelio? La verdad no se sienta a la mesa con la mentira. Y es por eso que los denominados “Padres de la iglesia” escribieron contra el gnosticismo, dejando con esto un testimonio para la historia de que ya mucho antes del Concilio de Nicea eran criticadas y refutadas las ideas del gnosticismo. Por cosas como esas es que no pudieron ser tomados en cuenta los evangelios secretos. En un libro que relata la historia de los dogmas de la Iglesia, Louis Berkhof agrega algo a nuestro estudio:

 

“Ellos [los Padres de la Iglesia] consideraban que el error fundamental de los gnósticos estaba en separar al Dios verdadero del Creador, lo que calificaban como una concepción blasfema instigada por el diablo. Por lo que enfatizaron el hecho de que no hay sino un solo Dios, que es a la vez Creador y Redentor, que dio la Ley y también reveló el evangelio. Este Dios es uno y trino, una sola esencia que subsiste en tres personas.” [9]

 Entonces queda al descubierto la pretensión del gnosticismo, y más aun la falsa enseñanza del Código Da Vinci. No es cierto pues que hay “otros libros” que sean necesarios para conocer a Jesús, ni mucho menos “otros evangelios”, documentos que nunca fueron tomados en cuenta para nuestra edificación o como regla de fe.

 

Tampoco es cierto que Constantino sea el responsable del canon del Nuevo testamento, porque ya desde hace más de dos siglos antes los mismos creyentes daban fe de que los cuatro evangelios eran los únicos aceptados como regla para la fe y edificación de la Iglesia, y así podemos leer a Ireneo que escribió: “No es posible que los evangelios puedan ser más o menos en número de los que hay. Porque, dado que hay cuatro las zonas del mundo en que vivimos, y cuatro vientos principales… porque los querubines también tenían cuatro caras, y sus caras eran figuras de la dispensación del Hijo de Dios.” [10] Y bastará con añadir que Ireneo no fue el único que escribió cosas como éstas…

 

 

Conclusión

Mucha gente ha prestado atención a la enorme campaña desplegada para promocionar el Código Da Vinci, y los temas tratados eran desconocidos para muchos. ¿Qué propósito puede existir detrás de todo esto? ¿No cree usted que Dios nos está inquietando? ¿No percibe que de algún modo el Señor del Cielo nos mueve a predicar? Propios y extraños están aprendiendo acerca de las ideas de Brown así como lo que está establecido históricamente. ¿Dios ha permitido esto en vano? No. Dios nos está provocando a celos para gritar la verdad. Si usted cree que esto llega hasta aquí está muy equivocado. Si cree que silenciaremos a Brown para quedarnos de brazos cruzados, lamento decirle que no es así. Después de Brown vendrán más engañadores, y vendrán incluso lobos vestidos de oveja. Vendrán nuevas doctrinas, vestidas de cristianismo, vestidas con ropaje de santidad, cubiertas de textos bíblicos, pero carentes de la verdad de Dios. No nos engañemos: Dios no quiere nuestra comodidad, pues ya nos hubiera sacado del mundo. De alguna manera Dios tiene que despertar al Gigante dormido, que es Su Iglesia.

 

Pueblo de Dios: la hora ha llegado; y ahora es cuando debemos alzar nuestra voz al mundo.

 

Ya basta de tanto silencio.

 

 

 


 

[1] Ireneo de Lión, Demostración de la Predicación Apostólica, 47

[2] Bock, Darle, Descubra los secretos del Código Da Vinci. Editorial Caribe. USA, 2004. pág. 29

[3] Ibid, 84

[4] Ibid, 134,135.

[5] Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.

[6] Ramos, Marcos Antonio, Nuevo Diccionario de Religiones Denominaciones y Sectas, (Nashville, TN / Miami, FL: Editorial Caribe Inc., Thomas Nelson, Inc.) 2000, c1998.

[7] Barclay, William, Comentario al Nuevo Testamento, Volumen 5 (Juan). Editorial Clie, 1995. Pág. 21,22

[8] Ibid, 23

[9] Berkhof, Luois, Historia de las Doctrinas Cristianas. El Estandarte de la Verdad. Traducido de la primera edición en Inglés que fue publicado en 1969. Pág. 81

[10] Ireneo de Lión, Contra las Herejías, 3.11.8. Citado en Bock, Descubra los secretos del Código Da Vinci, pág. 100.

 

 

Si buscas conocer sobre Apologética, te recomiendo visitar EDF APOLOGETICA

Un Lunático llamado Tito Martinez

Un Lunático llamado Tito Martinez

Tito Martinez es un fanático que se autotitula "Teólogo Bíblico", y trata pasmosamente de negar doctrinas fundamentales de las Escrituras, tales como la absoluta Deidad de Cristo, la Trinidad, la persona del Espíritu Santo, entre otras.

Tito tiene un foro en Internet donde debate sus ideas, y donde de alguna manera trata de ser el centro de atracción. La dirección de dicho foro es: Foro de Telogía Bíblica Judeo Cristiana

Entre los errores doctrinales de Martinez, cuenta con el de creer en el politesismo, o mejor dicho "diteismo", enseñando que la Biblia hace énfasis en la aceptación de dos dioses, uno superior, Jehová, y uno inferior, Jesús, a quien no debemos adorar, según Martinez.

Sabemos que la Biblia, en ningun momento, nos hace distinción entre el Padre y el Hijo de modo que uno tenga preeminencia sobre otro. Ni Cristo tienen más autoridad que el Hijo ni el Hijo sobre el Padre. A pesar de que la Escritura es clara sobre que el Hijo dependía del Padre gracias a su humillación y kénosis, también debemos saber que si el Hijo no fuese igual al Padre, no podría reclamar la misma honra ni la misma adoración.

Tito se titula "teólogo", aunque nunca ha tomado estudios de teología. Ha estudiado con testigos de Jehová, ha sido pentecostal, y en cierto modo se ha dejado cautivar tanto por enseñanzas de testigos como adventistas. No le tiembla la mano para insultar en su foro (y cualquier otro) a todo el que le lleve la contraria. Además de todo esto, promueve desde su sitio web una "corrección" a la Biblia Reina Valera, porque según él ésta tiene claros errores de traducción. Cabe destacar que Tito no sabe ni el alfabeto griego, sino unos dos o tres términos que conoce de memoria, pero de gramática, tiempos verbales, etc., no sabe absolutamente nada. Personalmente le he retado en varios foros acerca de su capaciad para leer el griego, y le he denunciado públicamente este notorio hecho.

Le invito a usted a que verifique lo que he dicho aquí, y que tenga cuidado. Los incautos pueden verse arrastrados por éste hombre, quien nunca ha leido al apostol Pablo decir que no nos creamos más de lo que somos.

 

 

 

Si buscas conocer sobre Apologética, te recomiendo visitar EDF APOLOGETICA

El Verbo, ¿quién es realmente?

El Verbo, ¿quién es realmente?

por Juan Valles 

Esta es una de las declaraciones más profundas de toda la Escritura, cuya enseñanza ha sido torcida, vituperada, confundida, mal traducida, etc. El misterio que encierra este verso es descrito por el apóstol Pablo quien dijo que era “grande el misterio de la piedad”.  Ahora bien, ¿qué es lo que dijo el apóstol Juan a través de este pasaje?

Hace algunos años un hermano en Cristo me preguntó porqué Juan había escogido comenzar a hacer su descripción de Jesucristo a través de una palabra como Logos. A ese respecto, no tuve nada que responderle porque sinceramente no lo sabía; lo que sí percaté es que un muchacho, el cual no tenía ni un año de convertido al cristianismo estaba haciéndome semejante pregunta.

No hay que dudar que Juan estaba escribiendo básicamente a una audiencia gentil, sin descartar la inclusión de algún judío. Ya Mateo y Marcos habían escrito sus evangelios al pueblo judío, y en especial Mateo había procurado informar que Jesús era el Mesías judío que cumplía con los requisitos proféticos para tal título, por ello es que en Mateo hallamos tantas referencias a las profecías mesiánicas: “para que se cumpliera la escritura”; o simplemente “para que se cumpliere lo dicho por el profeta.”

Además, notemos que Mateo inicia su evangelio con una larga genealogía desde Abraham, el padre de los judíos donde se destaca la línea descendente desde éste hasta Jesús, pasando por Jacob, David, etc. Pero Juan no necesitaba darle a entender al pueblo gentil esas largas genealogías de los judíos ni todas las costumbres. Para creer en Jesús no hace falta adentrarse en la cultura judía, así que Juan comenzó a hablar al pueblo gentil con palabras que ellos mismos conocían bien.

William Barklay dice:

“¿Es que un griego que quisiera hacerse cristiano estaba obligado a reorganizar todas las categorías de su pensamiento para que se ajustaran a las de los judíos? ¿Tendrían que aprender un montón de la historia de los judíos y de su literatura apocalíptica (que hablaba de la venida del Mesías) antes de ser cristiano?... Juan se enfrentó con este problema directa y honradamente. Y encontró una de las mayores soluciones que hayan entrado nunca en la mente humana…” [i]

Así que Juan necesitaba hablarle al mundo gentil de una persona judía nacida bajo las profecías que se le habían dado a los judíos. Lucas en su evangelio no colocó a Jesús partiendo desde Abraham como hizo Mateo en su genealogía, sino que fue más allá hasta Adán, diciendo no sólo que Jesús es descendiente de Abraham para englobar así al pueblo judío en el alcance del Mesías, sino que lo engloba hasta Adán para destacar que Jesús abarca a toda la creación.

¿Qué significaba el término Logos? El Logos era concebido como la razón, como la sabiduría.  Vine dice que este término significa la expresión del pensamiento, no sólo el mero nombre de un objeto, sino la encarnación de una idea.  Así que los griegos estaban identificados con esta palabra, un término que no les era extraño en lo absoluto, pues ellos pensaban que lo que tenía en orden el Universo el Logos, sabían que había “alguien” con una mente superior que dirigía y hacía que todas las cosas fueren, y decían que ése era el Logos.

Después de hablar de Heráclito, y cómo concebía el Logos,  Barklay sigue diciéndonos:

“Para Heráclito, el Logos era el principio de orden bajo el cual seguía existiendo el universo… Heráclito se acercó todavía más al fondo de la cuestión. ¿Qué era lo que, individualmente y e cada uno de nosotros, nos hacía ver la diferencia entre el bien y el mal? ¿Qué nos capacitaba para pensar y razonar?... De nuevo Heráclito daba la misma respuesta: Lo que le daba a una persona la razón y el conocimiento de la verdad y la habilidad para discernir entre el bien y el mal era el logos de Dios que moraba en su interior.” [ii]

Pero eso no era todo. Juan no podía hablarles a los gentiles de algo que no existiera en la mente del judío. Y Juan, como judío, si necesitaba hablar del Logos, debía conocerlo también. ¿Qué concepto, pues, tenían los judíos acerca del Logos?

Recordemos que el término Logos quiere expresa “palabra”, y el concepto que el judío tenía de palabra era mucho más dinámico y poderoso que el que tenemos nosotros.  Barklay cita al profesor John Paterson que dice:

“Para el hebreo, la palabra era algo aterradoramente vivo… Era una unidad de energía cargada de poder. Volaba como una bala hacia su blanco.” [iii]

Para significaba mucho más que eso. Nelson, en su diccionario se debate en la interrogante del concepto del Logos que tenía Juan, y concluye:

“Más consecuente con el pensamiento juanino sería pensar que fue un ambiente semítico el que produjo el término. Verosímilmente se han sugerido una o más de las siguientes fuentes: el uso veterotestamentario de «la palabra de Yahveh», la personificación de la sabiduría (Pr 1: 20-33; 8: 1-9, 18), la especulación judía sobre la Ley y el uso en los Tárgumes de memra (en arameo, palabra)” [iv]

Ahora bien, este concepto ha sido estudiado y analizado, y, aunque ya sabemos que el Logos de Dios es claramente identificado por Juan como el mismo Jehová del Antiguo Testamento (y sin dudar de que los evangelios sinópticos también le acreditan a Jesucristo carácter divino), la cuestión acerca del concepto hebreo del Logos no ha quedado completamente satisfecho. Para esto me permito copiar lo que dice Eugenio Dañinas acerca de esto:

“En Éfeso, donde probablemente el anciano apóstol escribió su evangelio, la obra del filósofo griego Heráclito fue bien conocida. De ahí que Moffat aun sugiere que un estoico muy bien podría haber escrito: “En le principio era el Logos, y el Logos era Dios”.

Ciertamente nos permitimos pensar que Juan, muy alerta para aprovecharse del pensamiento de los eruditos de su día, se alegraba de usar esta terminología judaica-platónica-estoica: Logos, para ayudarse a exponer la naturaleza y misión de Jesús en el universo. Es “una forma intelectual” del mundo greco-romano, justamente como “Mesías” pertenecía al mundo judío; pero con esta diferencia: de que la idea de Logos ya estaba aceptada también en el mundo judío.

Es, sin embargo, muy difícil traducir Logos al español, a causa de la idea doble, en él, de Razón y Expresión. El poeta laureado Robert Bridges traduce estas palabras en su nuevo libro así: “En el principio era la mente”. Y esto, por cierto, es posible. Pero lo que es imposible es derivar el logos de Juan del de Filón, del de Platón o del de Heráclito, aunque, fuera de toda duda, rasgos de cada uno pueden hallarse en el uso de Juan, además del término dado a la Sabiduría en el libro de los proverbios de Salomón."[v]

Por otra parte, es bien sabido que los judíos contemporáneos de Jesús ya no hablaban hebreo, el lenguaje de las Sagradas Escrituras, sino el arameo. No obstante, en sus sinagogas, las Escrituras se leían siempre en el hebreo original; pero para que el pueblo pudiera comprenderlas se hicieron muchas traducciones al arameo. Estas traducciones se conocen bajo el nombre de Targums.

Ahora bien: los judíos observaban escrupulosamente el mandamiento de no tomar el nombre de Dios en vano y, en un maravilloso intento de evitar el mismo uso del nombre divino, lo sustituyeron por perífrasis muy reverentes, tales como: “el Señor”, “el Bendito”, “el Eterno” y otras expresiones similares que en la mayoría de los casos se reducían a la de “el logos”. O sea, que se usaba libremente la palabra aramea “Memra” (“Verbo”) como una personificación de Dios y para referirse a Jehová.

Esto es muy común en los Targums, y de esta manera leemos que nuestros primeros padres “oyeron la voz del Logos que se paseaba en el huerto” (Génesis 3:8), y que Jacob tomó “al Logos del Señor como su Dios” (Génesis 28:21). Así que, allí donde se usaban los Targums, el pueblo estaba acostumbrado a identificar el Logos de Dios con Jehová mismo. El tema central del Evangelio según San Juan es demostrar la divinidad del Mesías, y el apóstol, conocedor de la común costumbre de usar esta perífrasis escritural entre los judíos de su tiempo para designar a Jehová, la emplea para probar la deidad de Cristo  y su eternidad.” [vi]

Las sectas desconocen tal vez este concepto judío acerca del logo que lo identifica no sólo con la razón o la palabra, sino con el mismo Jehová.

Pero hay algo más por enfatizar. Hay quienes, no obstante la evidencia, se atreven a creer aún que Jesucristo, el Verbo encarnado es un Dios inferior al Padre, y basan su argumentación en el hecho de que la oración escrita por Juan sólo tiene artículo determinado la palabra “Theós” que identifica al Padre y no el “Theós” que se refiere al Hijo. ¿Es eso cierto?

Vamos a copiar aquí lo que originalmente dice el texto griego: “En arkhe en ho Logos, kai ho Logos en pros ton Theon, kai Theos en ho Logos.”

Ahora bien, en griego, cuando se coloca un nombre, casi siempre se le coloca el artículo determinado correspondiente. Esto, evidentemente, es muy diferente al español. El artículo correspondiente en este caso es “ho”; para explicar este hecho, bastará con decir que la última parte de la oración tiene dos nombres y un solo artículo, que se ha colocado para el término “Dios” y no para el Verbo. En español, esa oración dice: “En principio era el Verbo, y el Verbo era cabe Dios, y Dios era el Verbo”. Esto es lo que dice literalmente el verso completo. Véase que la última parte del mismo dice: “kai Theos en ho Logos”, o sea, “y Dios era el Verbo”. Aquí se presentan dos términos que pueden indicar identidad: uno, es Dios, y otro es el Verbo. La palabra Dios (Theós) no lleva el artículo correspondiente ho (que significa “el”), sino que la palabra que lo lleva es el Verbo (ho Logos). Algunas sectas argumentan por esto que el título divino del Verbo no tiene la misma intensidad que la que tiene el Padre, porque, cuando se habla de éste aparece ho Theós, pero cuando se habla del Verbo aparece sólo Theós. Para concluir: algunos dicen que el Logos es inferior al Padre porque Su Deidad no tiene artículo!

Pero esto demuestra una demencial ignorancia de la gramática griega. Primero, hay que notar que el texto no dice que Verbo era Dios, sino que Dios era el Verbo. ¿Cuál es la diferencia? Sencillo: que en el griego cuando se quiere dar énfasis e importancia a un hecho determinado, se coloca primero el predicado antes que el sujeto de la oración.

De esta manera ya podemos ver lo que se dice desde las primeras palabras del verso: que el Verbo es el protagonista del escrito juanino. Y no sólo eso, sino que entre el Verbo y Dios, la lógica nos dice que nadie es más importante que Dios, ni debe tener el protagonismo y la Gloria que por naturaleza le son característicos, y no obstante, la relevancia la tiene aquí el Verbo, con lo que se alude a la igualdad divina.

Ahora bien, está presente otro interesante elemento. El griego, como ya se dijo, no es igual al español a el inglés. Ya hemos visto que la parte final del verso carece de artículo cuando se habla del Verbo y su Deidad. Lo que algunos (y digo algunos porque casi todos los eruditos del griego bíblico concuerdan con esto) dicen de la ausencia del artículo sirve más bien para evidenciar el carácter divino del Verbo y su evidente igualdad con la Deidad. La ausencia del artículo enfatiza no la identidad del Verbo, sino su cualidad, lo que realmente es el Verbo. Este hecho es confirmado por el Manual de la Gramática del Griego del Nuevo Testamento, por H. E. Dana y Julius R. Mantey:

“La función del artículo es señalar un objeto o llamar la atención a éste. Cuando el artículo aparece, el objeto es ciertamente definido. Cuando el artículo no se usa, el objeto puede o no ser definido... La función básica del artículo griego es señalar la identidad individual  [vii]

Algunas veces, con un nombre que el contexto comprueba ser definido, el articulo no se usa. Esto hace que la fuerza recaiga sobre el aspecto cualitativo del nombre en lugar de su sola identidad. Un pensamiento puede concebirse desde dos puntos de vista: 1) identidad, y 2) cualidad. Para indicar el primer punto de vista, el griego usa el artículo; para el segundo, el anathorous (sin artículo) es usado. También en expresiones que han sido tecnizadas o estereotipadas, y en salutaciones, el artículo tampoco se usa” [viii]

Fíjese que el término Theós no se muestra como identidad, sino como cualidad: “Y Dios era el Verbo”, es decir, que la Palabra era Dios. Aquí el sujeto de la oración es el Verbo (ho Logos), y ésa es su identidad. Pero el predicado de la oración es lo que es ése Verbo: “era Dios”, o sea, su cualidad. ¿Por qué esa última parte no tiene el artículo correspondiente? Porque si dijere que el Verbo era ho Theós estaría diciendo que el Verbo es el Padre, lo cual sería modalismo, y estaría en contradicción con la primera parte del verso que dice que el Verbo estaba con Dios. Barklay lo explica de la siguiente manera:

“Cuando no se usa el artículo determinado con un nombre, ese nombre se usa como adjetivo. Juan no dijo que la Palabra era ho Theós, lo que habría querido decir que la Palabra era el mismo que Dios. Dijo que la Palabra era Theós –sin artículo definido-, lo que quiere decir que la Palabra era, podríamos decir, del mismo carácter y cualidad y esencia y ser que Dios… no estaba diciendo que la Palabra es el mismo que Dios, sino que es lo mismo que Dios” [ix]

Para concluir con esta poderosa enseñanza, bastará una voz como la de Vine para dar por entendido este argumento:

La lengua castellana puede tener necesidad o no del artículo en la traducción. Pero esto no es así en la lengua griega. Así, en Hch 27.23 («el Dios de quien yo soy», lit.), el artículo señala al Dios especial al que Pablo pertenece, y tiene que ser preservado en castellano. En el versículo que sigue de inmediato a este (jo theos) no precisamos de este artículo en castellano» (adaptado de A. T. Robertson, Grammar of Greek, N.T., p. 758).

En cuanto a esto último, es usual emplear el artículo con un nombre propio, cuando se menciona por segunda vez. Hay, naturalmente, excepciones a ello, como cuando la ausencia del artículo sirve para acentuar o para precisar, el carácter o la naturaleza de lo que se expresa en el nombre. Un caso notable de ello se halla en Jn 1.1, «y el Verbo era Dios»; habiendo aquí un doble énfasis sobre theos, por la ausencia del artículo y por la posición enfática en la estructura de la oración.” [x]

Ahora, los que dicen que el Verbo es inferior a Dios tienen que luchar inútilmente contra estas pruebas. Y no obstante, estas verdades son netamente espirituales, y siempre habrá quienes, sumergidos en su propio error, quieran tratar de poner resistencia ante la verdad de Dios. Pero todo intento será inútil…

 

 Este artículo puede hallarlo en EDF Apologética Cristiana


 

[i] Barklay, William. Comentario al Nuevo Testamento, volumen 5.Editorial Clie, 1995. Pág. 16

[ii] Idem, pág. 49

[iii] Idem, pág. 40

[iv] Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.

[v] Véase la Divinidad de Cristo en el Evangelio de Juan, por A. T. Robertson. Casa Bautista de Publicaciones. El Paso, Texas (EE.UU.).

[vi] Danyans, Eugenio. Proceso a la Biblia de los testigos de Jehová. Editorial Clie, 1971. Pág 52-54.

[vii] Esto está en la Página 137, pero citado por Danyans, Eugenio. Proceso a la Biblia de los testigos de Jehová. Pág 41.

[viii] Esto está en la Página 149, pero citado por Danyans, Eugenio. Proceso a la Biblia de los testigos de Jehová. Pág 41.

[ix] Barklay, William. Comentario al Nuevo Testamento, volumen 5. Pág. 53

[x] Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999.

¿Será visto Jesucristo en la Segunda Venida?

 por Juan Valles

La Biblia declara abiertamente que Jesucristo volverá a la tierra, y con ello desatará una serie de actos que harán culminar la historia humana para establecer el completo Reino de Dios.

Hay algunas enseñanzas acerca de este hecho, lo cual ha sido le motivo fundamental para exponer aquí lo que dicen las Escrituras al respecto. Específicamente, algunas sectas han manifestado que la venida de Jesucristo será, entre otras cosas, un acontecimiento invisible; y de esto se derivaría una serie de doctrinas totalmente ajenas a la Biblia. Por lo tanto, es preciso exponer lo que dice la Biblia sobre algo tan fundamental como la segunda venida del Señor Jesús. Para ello, veremos algunos pasajes que hablan de esta gran realidad. El siguiente pasaje de Mateo es muy específico:

Entonces, si alguno os dijere: Mirad, aquí está el Cristo, o mirad, allí está, no lo creáis. Porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos. Ya os lo he dicho antes. Así que, si os dijeren: Mirad, está en el desierto, no salgáis; o mirad, está en los aposentos, no lo creáis. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas.” (Mateo 24:23-28)

O como dice la Nueva Versión Internacional: “Porque así como el relámpago que sale del oriente se ve hasta en el occidente,  así será la venida del Hijo del hombre. Donde esté el cadáver,  allí se reunirán los buitres.”

¿Qué quiere decir semejante revelación? Jesús está advirtiendo a sus discípulos acerca de lo que está por acontecer en el futuro. Les dice que muchos falsos profetas se levantarán, que algunos dirán que Cristo está en cierto lugar, o que está aquí, o que está allá, o equis cosa. Pero Jesús les dice que no le crean a esas personas, porque su venida no dejará dudas, ya que será vista del mismo modo que el relámpago que sale desde el oriente hasta el occidente.

¿Dice allí ese pasaje que Cristo no será visto? No; al contrario, dice que será visible. Observe que por ninguna parte aparece la palabra “invisible”; es más, no lo pretende dar a entender siquiera, sino que dice que su venida será semejante (o igual) al “relámpago que se ve”, o como dice la Reina Valera: “que se muestra”. La palabra para relámpago es el griego “astrape”, que significa “un brillante resplandor”, y es un término que pertenece a una familia de palabras que aluden a brillo, resplandor, resplandeciente, etc., cosas que evidentemente son visibles.

La segunda venida de Cristo a la tierra es descripta a través de tres palabras griegas, las cuales son:

§      Parusía (Que se traduce por presencia o llegada)

§      Apocalipsis (Que significa revelación o descubrimiento)

§      Epifanía (Que significa aparición visible)

 Ahora bien: ¿enseñó Cristo que su venida sería invisible? No; no hay texto que apoye esta teoría, aunque hay textos que sugieren enfáticamente que Cristo vendrá visiblemente.

 ¿Qué quiere decir la expresión “como ladrón en la noche”?

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas.” (2 Pedro 3:9)

 Pedro en su segunda carta nos ejemplifica cómo será, entre otras cosas, la segunda venida del Señor. Fíjese que Pedro no está diciendo nada nuevo, sino que concluye el ejemplo dado por Jesús: “Pero sabed esto, que si el padre de familia supiese a qué hora el ladrón habría de venir, velaría, y no dejaría minar su casa. Por tanto, también vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora que no pensáis.” (Mateo 24:43)

 A través de la analogía de un ladrón, que ciertamente no avisa cuándo vendrá a robar, Jesús explica que debemos velar, porque nadie sabe cuándo vendrá el Hijo de Dios a la Tierra. Si pudiéramos resumir a una palabra la enseñanza de Jesús e el pasaje sería: “velar”. Mateo pone aquí el griego “gregoreo”, que significa velar, estar atento, mantenerse despierto, en atenta vigilancia. Pedro resume un poco más la enseñanza en una oración: “el día del Señor vendrá como ladrón en la noche”. Eso no quiere decir que vendrá invisible (porque ningún ladrón es invisible), sino que nadie sabrá el día ni la hora. Pedro no se está refiriendo al tipo de presencia que tendrá el Señor, sino que está hablando del tiempo, no de la cualidad de la misma. Fíjese que los versos 8 y 9 son introductorios, tratando el mismo tema: el momento del tiempo, el día, la hora, ese punto cumbre en la historia cuando Cristo vendrá. Pedro no está diciendo nada acerca del cómo, sino del cuando.

 Sobre Lucas 17:20

Lucas 17:20,21 nos cuenta un cruce de palabras entre Jesús y los fariseos, y una enseñanza sobre su venida. Dice el texto: “Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros.”

 ¿Qué quiere decir que no vendrá con advertencia? Lo mismo que se ha dicho en los textos anteriores! Este texto viene a confirmar lo que dice la Biblia sobre el tema: que Cristo vendrá como ladrón en la noche, ¿como es eso? Como el mismo Señor advirtió: “nadie sabe el día ni la hora…”

 Vamos a desprender las palabras para entender mejor lo que el Señor enseña:

§      “Preguntado por los fariseos”. Jesús habla gracias a las preguntas de otros.

§      “…cuándo había de venir el reino de Dios”. La Biblia plenitud, una edición de estudio, comenta este verso de la siguiente manera: “En contraste con las expectativas de los fariseos, el reino no es algo externo y material, en el sentido de un dominio político, sino interno y espiritual. Está entre vosotros (v. 21) también puede ser traducido como «en medio de vosotros». Si así es, Jesús está diciendo que en Él se encarna un reino que, en su incredulidad, los fariseos no aciertan a reconocer.”

§      “El reino de Dios no vendrá con advertencia”. Esto quiere decir que no hace falta anunciar el reino de Dios como próximo a llegar; otras versiones vierten que no podrá observarse su llegada, queriendo decir que será invisible, pues es algo interno. Dicho de otra manera: no se habla de la venida de Jesucristo, sino del reino de Dios, tal como lo anunciaba Juan el Bautista: “El reino de los cielos se ha acercado”.

§      “Porque el reino de Dios está entre vosotros”. Con esta afirmación Jesús despeja las dudas acerca de lo que se está hablando: Cristo está hablando no de su segunda venida (que no había acontecido para ese entonces) sino de su primera venida, evidentemente…

 Pero, aunque muy difícilmente algunos quieran relacionar este pasaje con la segunda venida (cosa que harían a la fuerza), tendríamos a consideración algunos aspectos. Si se observa bien, estos pasajes no hablan del cómo vendrá el Señor: si vendrá vestido, o desnudo, o blanco, o negro, o visible o invisible. Hablan específicamente del cuándo. La versión Internacional vierte este pasaje de Lucas así: “Los fariseos le preguntaron a Jesús cuándo iba a venir el reino de Dios,  y él les respondió: -La venida del reino de Dios no se puede someter a cálculos.” Fíjese que las palabras usadas tratan de un cuándo y no de un cómo.  ¡Nadie sabe con exactitud cuándo vendrá!

 La palabra usada aquí, y vertida de diferentes formas como: advertencia, observación, visibilidad, etc., es el griego “parateresis”. Significa literalmente “vigilancia atenta”. Es familia de la palabra “paratereo”, que significa observar; de allí que algunas versiones han vertido observación. Pero esta palabra “observación” no traduce fielmente el mensaje, y hace que pueda ser ambigua su interpretación. No hay duda de que Jesús está hablando del Reino de Dios que opera en la vida de las personas (aún cuando la pregunta de los fariseos pueda aludir a otras cosas); pues es Jesús quien habla de la venida o presencia del reino de Dios, y dice que no vendrá con advertencia u observación, pues ya llegó, o sea, ya está aquí. ¿Cómo puede ser eso? Al parecer, Jesús estaba refiriéndose a algo de mayor envergadura que lo que precisaban los fariseos. La Biblia de las Américas, por ejemplo, traduce el texto de esta forma: “Habiéndole preguntado los fariseos cuándo vendría el reino de Dios, Jesús les respondió, y dijo: El reino de Dios no viene con señales visibles…” ¿Por qué? ¿Qué quiere decir exactamente señales visibles? Vine nos da la respuesta cuando habla de la palabra “parateresis”: “Se usa en Lc 17.20, de la manera en que el Reino de Dios (esto es, la operación del reino espiritual en los corazones de los hombres) no viene, «en tal manera que pueda ser vigilado con la vista» (Grimm-Thayer) o, como la vm: «con manifestación externa»” Vemos que Vine nos aclara un poco más el significado de esta palabra, que tiene que ver, ciertamente, con vista, pero más se refiere algo interno, más bien como a presentimiento o advertencia. Esta palabra no expresa lo que se ve con la vista, sino lo que se evidencia por otros medios, pero que puede hacer notar sus efectos. Evidentemente que no puede ser observable físicamente!

 ¿Qué hacer con Mateo 24?

Ya hablamos acerca de Mateo 24:27, que dice que el Hijo de Dios se mostrará de la misma forma en que se muestra un relámpago, que alumbra desde un extremo al otro. La palabra usada aquí para traducirse como “mostrar” es el griego “faino”, el cual nos cuenta Vine, “significa, en la voz activa, resplandecer; en la pasiva, ser traído a la luz, hacer evidente, aparecer”. De manera muy simple mostraré aquí lo que dice Vine de este término: “Se usa de la aparición de Cristo a sus discípulos (Mc 16:9); de su futura aparición en gloria como el Hijo del Hombre, mencionada como señal para el mundo (Mt 24:30); allí el genitivo es referido al sujeto, siendo la señal la aparición del mismo Cristo; de Cristo como la luz (Jn 1:5); de Juan Bautista (5:35); de la aparición de un ángel del Señor, bien visiblemente (Mt 1:20), o en un sueño (2:13); de una estrella (2:7); de los hombres que actúan para ser vistos públicamente; de un vapor, o neblina (Stg 4:14); de cosas físicas en general (Heb 11:3); se lo usa impersonalmente en Mt 9:33, «nunca se ha visto cosa semejante»; también de lo que aparece a la mente, y así se usa en el sentido de pensar, de parecer (Mc 14:64; Lc 24:11)”

 Pero hay otra palabra clave en este verso: parousía. Este término significa literalmente presencia. Es la misma palabra que usa Pablo cuando habla de su presencia en Filipos: “Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente…” (Fil 2:12). Pablo también la usa para expresar la venida de algunos siervos: “Me regocijo con la venida de Estéfanas, de Fortunato y de Acaico, pues ellos han suplido vuestra ausencia.” (1ª Corintios 16:17). También la usa el apóstol para referirse al advenimiento del anticristo (2ª Ts 2:9), etc. ¿Qué dicen estos versos como evidencia? Que esta palabra alude a presencia, pero no a presencia invisible, como quieren hacer ver algunos.

Dicho de otra manera, el Señor declara enfáticamente que será visto; por eso es que advierte a sus discípulos a no creer todo lo que se dice acerca de su venida, porque cuándo él venga, todos lo sabrán, no dejará dudas de ello.

Aparecerá por segunda vez

Hay otro texto bien importante, que cita: “así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (Heb 9:28) Aquí la palabra usada para traducirse como “aparecer” es el griego “optomai”. ¿Qué significa esto? Sencillamente expresa el ser visto, el aparecer visiblemente. Esta palabra es familia del vocablo “ops”, que significa “ojo”, y de allí se deriva la palabra “óptico”. Es un término que expresa invariablemente la visión de algo. O sea que el escritor de hebreos está diciendo que Cristo será visto por segunda vez!

Sin dejar de hablar de Tito 2:13

A pesar de las claras diferencias de este texto en la traducción NM, no podemos dejar de destacar que con este texto se habla de la venida de Jesucristo. Dice exactamente: “aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo.”

Aquí la palabra usada por manifestación, es el griego epifanía. Vine relata: “En el NT se usa: (a) de la venida del Salvador cuando el Verbo se hizo carne (2 Ti 1.10); (b) de la venida del Señor Jesús en el aire para el encuentro con sus santos (1 Ti 6.14; 2 Ti 4.1,8); (c) del resplandor de la gloria del Señor Jesús «como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente» (Mt 24.27), inmediatamente posterior a la revelación, apokalupsis, de su parousia en el aire con sus santos (2 Ts 2.8; Tit 2.13)”

¿Qué quiso decir Pablo?

El apóstol Pablo habla en un pasaje con mucho detalle acerca del rapto. El texto dice: “Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1ª Ts 4:17)

¿Tendría Pablo la idea de un Cristo invisible al cual sus discípulos estarían buscando ansiosamente por las nubes? La palabra que usó el apóstol y se traduce como “recibir”, es el griego “apantesis”, la cual significa recibir o reunión. Es la misma palabra usada por el Señor en mateo 25:6 cuando dice: “Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle!” Esta palabra por supuesto que no sugiere un encuentro o reunión con algo invisible. Es más, por ninguna parte se halla que los apóstoles tuvieran esa idea.

Todo ojo lo verá

Para nadie es un secreto el texto de Apocalipsis donde se dice que todo ojo verá al Señor. Dice textualmente: “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él.” (Ap 1:7)

Es obvio que cuando dice que “todo ojo”, es porque “todo ojo” podrá ver al Señor; y no se trata aquí de vista espiritual ni nada por el estilo. Esto viene en cumplimiento de una visión profética dada al profeta Zacarías, el cual escribió por inspiración del Espíritu Santo: “Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.” (Zacarías 12:10) Pero, ¿quién es éste al que traspasaron? unos versos más adelante nos da la respuesta: “Y le preguntarán: ¿Qué heridas son estas en tus manos? Y él responderá: Con ellas fui herido en casa de mis amigos.” (13:6). Aquí cualquiera me puede decir que esta profecía no se refiere al Señor Jesús, o que esto no prueba que su presencia sea visible. Pero recordemos que venimos hablando de Apocalipsis 1:7, un texto que viene a confirmar lo dicho por Jesucristo: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra; y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.” (Mt 24:30) Obsérvese que dice que los que le traspasaron harán lamentación (Ap 1:7), y que  lo mirarán a él, a quien traspasaron, llorando como se llora por un unigénito; y luego,  nos dice que  todas las tribus de la Tierra lamentarán cuando vean al Señor venir sobre las nubes. ¿Lo veremos o no? ¿Se afligirán unos o no? Llorarán otros o no? ¿Y quién vendrá? ¿Quién será visto? El Rey de Reyes y Señor de Señores, que vuelve a la Tierra. ¡¡Aleluya!! ¿Por qué? Porque, “Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:11)

Hay quienes afirman que nadie le verá porque, como dice Apocalipsis 1:7, “vendrá con las nubes”. Estos arguyen que las nubes impedirían la visibilidad del Hijo de Dios. Pero, la Biblia nunca se contradice, y los textos paralelos sirven para reafirmar y complementar las enseñanzas. Fíjese que hemos citado Apocalipsis 1:7 conjuntamente con Mateo 24:30, ya que el texto es paralelo, y allí también se nos hace mención de las “nubes del cielo”. No podemos decir que Jesús vendrá metido dentro de una nube (como para ser invisible), ni que la nube, por una u otra causa hará imposible que veamos a Jesucristo, porque, de ser así, no diría que todo ojo le verá. Y, no obstante, Jesús vendrá encima de las nubes, o sea, que podremos verlo. Las personas que creen esta mentira simplemente afirman que hay que creer en un “supuesto”, o en una interpretación simbólica o interpretativa (acerca de la nube) que seguir fielmente el contenido del texto. Simplemente cuando leemos tenemos la respuesta; no hay que buscar interpretaciones que simplemente distorsionan la enseñanza clara de la Palabra de Dios. Sencillamente hay quienes le dan más importancia a la nube que a Jesucristo…

 

“Todavía un poco, y el mundo no me verá más…” (Juan 14:19)

Hay otro texto que usan algunos sectarios para expresar y es Juan 14:19. Aquí el Señor dice que el mundo no le verá más, y con esto tratan de cerrar el caso: no será visto, y punto! Pero si el lector se adentra en el texto, y luego de allí formula sus doctrinas, una nueva luz obtendrá de este versículo.

Textualmente, el verso dice: “Todavía un poco, y el mundo no me verá más; pero vosotros me veréis; porque yo vivo, vosotros también viviréis.” Observe que Jesús dice que el mundo no le verá, pero ellos, sus discípulos, sí le verán, ¿qué quería decir con eso? ¿Se da cuenta que hay una distinción entre ser del mundo  y ser discípulo? Los sectarios dicen con total ignorancia que nadie, absolutamente nadie verá nunca más al Señor, pero este texto dice que los discípulos sí le verían. Ahora, ¿qué verían? O, mejor dicho, ¿cuándo le verían? Es interesante que la palabra para ver usada en este pasaje es el griego “theoreo”, y aunque se traduce como ver, significa más contemplar; es una palabra que no hace alusión de lo que se está viendo, sino de lo que siente la persona que ve, es decir, si un hombre que esté viendo el mar se describe con esta palabra, se estaría refiriendo más al placer del hombre por contemplar al mar que en el objeto mismo. Vine nos da una explicación más rebuscada y dice: “theoreo (2334), denota ser un espectador de, indicando el cuidadoso examen de los detalles del objeto observado. Señala, de manera especial la acción de la persona que contempla…” Y no obstante, esta palabra se usa dos veces en este pasaje! ¿Qué quiere decir esto? Jesús dice que el mundo nunca más tendrá el privilegio de verlo aquí, pero ellos, los discípulos, sí tendrían ese privilegio de verlo. Fíjese que Jesús no está hablando en relación a su segunda venida, sino de su continua presencia en la vida de sus creyentes. El contexto es muy claro, pues Jesús viene hablando del Consolador, que enviaría a sus discípulos, de que de ahí en adelante “otro Consolodaror” estaría con los creyentes, pero que él, Jesús, ya no sería visto (evidentemente porque su ministerio terrenal estaba próximo a su fin). Por eso es que el mundo, la gente que no conoce a Dios y vive rebelde a él, no disfrutaría más de tenerle cerca, pero sus seguidores  evidentemente que sí. Por eso es que al profundizar en un pasaje uno obtiene mucha luz sobre el mismo; y gracias a ello es que se establecen las debidas doctrinas. ¿Dice el pasaje que Jesús se refería a su segunda venida? ¿Qué nunca más sería visto con respecto a su segunda venida? Otra vez las sectas se han equivocado grandemente, y para muestra, todo este artículo testifica contra ellas.

Por tales motivos, podemos estar confiados de que veremos al Señor, y como escribió el apóstol Pablo: seremos transformados en un abrir y cerrar de ojos, y encontraremos al Señor en el aire. Por eso la eterna Palabra de Dios testifica: “El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús.” (Ap 22:20)

¿Se menciona a Mahoma en la Biblia?

¿Se menciona a Mahoma en la Biblia?

por Juan Valles 

Hace algunos días saqué de mi desordenada e improvisada biblioteca, un texto que yacía desde algunos años, editado por musulmanes y que se titula: “Muhammad en la Biblia”[i]. Recuerdo que luego de la tragedia de las torres gemelas, en Nueva York, altos funcionarios de mi país, así como el embajador de los Estados Unidos aquí en Venezuela, fueron invitados por una mezquita de Caracas a asistir a una conferencia, a fin de dar a conocer algunos aspectos de la religión musulmana, y destacar el contraste de las enseñanzas del Corán y Mahoma con los sucesos del Trade Word Center donde miles perdieron sus vidas en un ataque terrorista por unos musulmanes.

 Uno de los asistentes a aquella reunión me obsequió este libro, con un video que habla de las bondades de la fe islámica, y siempre reposó entre mis libros por alguna u otra razón. Hoy quiero expresar mis comentarios sobre algunos puntos de relevancia tocados en este libro.

 Enteramente, este libro trata de decirnos que Mahoma es bien profetizado en la Biblia, y que ya es sabido que para los musulmanes Mahoma es alguien superior a Jesús. A pesar de las infinitas diferencias que hay entre Jesús y Mahoma, y de la innegable relevancia que tiene sobre todos los hombres la persona de Jesucristo, aún los musulmanes prefieren, en su ignorancia, elevar a Mahoma. En la página 36 de este libro (que obviamente no lo voy a comentar en su totalidad pues me vería escribiendo “otro libro”) el autor destaca el objetivo del mismo: “…nuestra intención es señalar las profecías que se refieren al último de los profetas del Islam, las cuales han sido erróneamente atribuidas a otros profetas”. Pero yo digo: ¿erróneamente a quién? Toda la Biblia da testimonio de Jesucristo. Esas profecías se refieren a Jesucristo. ¿Es Jesucristo profeta? Eso lo dijeron de Él, pero su intención no fue dejarnos ese legado; ni como maestro, ni como profeta, ni mucho menos como hacedor de milagros. Jesucristo nos hizo ver que es el Creador de todas las cosas, el Hijo del Bendito, el Verdadero Dios que se hizo carne.

  

¿Siloh es el Mesías o es Mahoma?

Una de las profecías que se halla en la Biblia, y que por siglos los cristianos han considerado que se dedica al Mesías, los musulmanes han querido atribuir a Mahoma. El texto bíblico dice:

 “No será quitado el cetro de Judá,

Ni el legislador de entre sus pies,

Hasta que venga Siloh;

Y a él se congregarán los pueblos. (Génesis 49:10)”

 Esta profecía ha sido interpretada de diferentes maneras, pero tiene una relevancia histórica trascendental. Va más allá de las absurdas consideraciones de las sectas, y deja sin aliento y en suma dificultad al ateo. El musulmán que se quiere adentrar en la Biblia, hallará aquí un mástil, un Everest imposible de escalar.

 El libro acerca del Islam declara que aquí “Siloh” es Mahoma, y que perfectamente se encuentra profetizado.

 La palabra mejor traducida para “cetro” en este pasaje significa una “vara tribal”. Cada una de las doce tribus de Israel tenía su propia vara con su nombre inscrito en ella. Por consiguiente, la vara tribal o “identidad tribal” de Judá no dejaría de existir antes que viniera Siloh. Por siglos, los comentaristas judíos y cristianos igualmente, han tomado la palabra “Siloh” como un nombre del Mesías.

A pesar de que Judá estuvo privada de su soberanía nacional durante el período de 70 años de la cautividad babilónica; sin embargo, nunca perdió su “vara tribal” o “identidad nacional” durante aquel tiempo. Todavía poseía sus propios legisladores o jueces, aun durante la cautividad (Ver Esdras 1:5,8)

 De este modo, de acuerdo a la escritura y a los judíos de su tiempo, dos señales habrían de tomar lugar después del advenimiento del Mesías:

         1. La remoción del cetro o identidad de Judá.

         2. Supresión del poder judicial.

 El primer signo visible del comienzo de la remoción del cetro de Judá se produjo cuando Herodes el Grande, que no tenía sangre judía, sucedió a los príncipes Macabeos, los cuales pertenecían a la tribu de Leví, y que fueron los últimos reyes judíos que reinaron sobre Jerusalén.

 Magath, en su libro Jesús Before the Sanhedrín, intitula su segundo capítulo: El poder legal del Sanhedrín es restringido veintitrés años antes del juicio de Cristo”. Esta restricción fue la pérdida del poder de dictar sentencia de muerte.

Esto ocurrió después que Arquelao, el hijo y sucesor de Herodes, fue depuesto en el año 11 D.C., ó 7 V.E.

 Los procuradores que administraban en nombre de Augusto, quitaron al Sanhedrín el poder supremo, con el fin de poder ejercer ellos mismos el “jus gladii”; esto es, el derecho soberano sobre la vida y las sentencias de muerte. El Sanhedrín retuvo, sin embargo, retuvo ciertos derechos, como excomunión, aprehensión y castigo corporal.

 El Talmud mismo admite que, “Poco más de cuarenta años antes de la destrucción del templo, le fue quitado a los judíos el poder de dictar sentencia capital.” Sin embargo, parece muy difícil que el “jus gladii” hubiese permanecido en manos judías hasta aquel tiempo. Probablemente ya había cesado en tiempos de Coponio, año 7 DC.

 El rabino Rachmon dice, “Cuando los miembros del Sanhedrín se hallaron privados de su derecho sobre la vida y la muerte, se apoderó de ellos una consternación general; cubrieron sus cabezas con cenizas y sus cuerpos con sacos, exclamando: Ay de nosotros pues le ha sido quitado el cetro a Judá, ¡y el Mesías no ha venido!

No podían imaginarse que su Mesías era un joven nazareno que caminaba entre ellos.

 Obviamente esta profecía no puede aplicarse, ni en broma, a Mahoma, sino a Jesucristo, el primero y el último, el Rey de Reyes y Señor de Señores.

  

¿Un profeta como Moisés?

Otra profecía que el Islam pretende dar gratuitamente a Mahoma es la contenida en Deuteronomio 18. ¿Es posible aplicar a Mahoma esta porción de la Escritura tan importante?

 “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis; conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera. Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho. Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.” (Deum 18:15-18)

 Observemos que la profecía dice: “de en medio de ti”: estas cortas palabras eliminan la posibilidad de que se trate de Mahoma, ya que alude específicamente al pueblo que acompañaba a Moisés; esa frase quiere decir: de entre quienes te acompañan…” Y añade: “de tus hermanos…” Fíjese que acá se hace aún más específico la procedencia de este profeta: los judíos se trataban como hermanos entre ellos mismos, pues las tribus mantenían un vínculo de inseparable hermandad; este profeta, pues al señalar a los hermanos no incluiría al pueblo musulmán: pues los judíos y los árabes no son hermanos!

 La Biblia es muy cierta cuando dice que todos los profetas profetizaron hasta Juan, y ello no da cabida a Mahoma en los planes de Dios. Recordemos que en Jesús están cumplidas las promesas, y que si Mahoma pretende ser mayor que Jesús tendrían que ocurrir dos cosas: que Jesús fuera un ser creado, y que Mahoma fuere Dios, pues no hay otra alternativa. Pero ello es imposible: Jesús es Dios, es el Creador, el Señor de Señores, el Dios fuerte, el Padre Eterno que se hizo carne para que pagar lo que usted y yo debíamos pagar. ¿Comparar a Jesús con Mahoma? No hay comparación posible. Juan el bautista, el último de los profetas (de quien alega la Biblia que no ha habido profeta mayor que él) dijo acerca de Jesús que no era digno ni de desatar la correa de su calzado.

He allí el dilema, señores…

Publicado en EDF APOLOGETICA
 

[i] Jamal Badawi, “Muhammad en la Biblia”. Asociación Musulmana en España. Madrid, 1987.

Evidencias Científicas de la Biblia

Por Bert Thompson, Ph.D.

Después de prácticamente toda una vida de estudio, Herbert Spencer (1820-1903), el famoso filósofo británico, declaró que hay básicamente cinco fundamentos de la ciencia: tiempo, fuerza, acción, espacio y materia. ¡Poco comprendía Spencer que lo que estaba haciendo era nada más que repetir con aprobación lo que había sido dicho por un hombre que vivió 3.000 años antes que él! Ese hombre era Moisés, su libro era el Génesis, y esta es su declaración: "En el principio (tiempo) creó (acción) Dios (fuerza) los cielos (espacio) y la tierra (materia)" [Génesis 1:1).

 

De esta manera, con el primer versículo de la Biblia, se vuelve claro que hay algo único dentro de sus páginas. Ciertamente, una examinación más de cerca del Libro revela verdades científicas que causan sobresalto, colocadas allí hace siglos, milenios, antes que fueran conocidas por la mente científica moderna. Estas verdades científicas asombrosamente exactas - sepultadas dentro del texto de la Biblia como perlas de gran precio- hablan de una historia no en concordancia con lo que muchos están enseñando hoy día. En cada giro, los enemigos de la Biblia declaran que es anticuada, pasada de moda, un libro errado que no merece la consideración por parte de los hombres modernos en su estado "iluminado". Por ejemplo, el famoso libre-pensador (en el sentido de descreído, infiel) de hace una generación, Robert Ingersol, declaró una vez: "La inspiración de la Biblia depende de la ignorancia del que la lee".

 

Claro está, no puede haber duda que los escritores de la Biblia afirmaron la inspiración de su obra. Pasajes tales como 2 Timoteo 3:16-17; 2 Pedro 1:20-21, y 1 Corintios 2:12-13 documentan adecuadamente tal afirmación. La pregunta que queda para ser contestada viene entonces: ¿Es esta afirmación verdadera o falsa? Si la afirmación es verdadera, entonces la Biblia es inspirada por Dios. Si la afirmación es falsa, dos opciones se presentan a sí mismas para consideración. Primero, podría ser el caso de que los 40 autores que escribieron la Biblia durante un período de algunos 1600 años (aproximadamente desde el 1500 A.C. hasta el 100 D.C.) en tres idiomas (Hebreo, Arameo y Griego) estaban engañados. Eso es decir, ellos realmente pensaron que lo que estaban escribiendo vino directamente de Dios, pero no era así. Eran sinceros, pero sinceramente equivocados. O, segundo, podría ser el caso que los autores eran mentirosos. En otras palabras, sabían que las palabras que escribieron no eran inspiradas por Dios. Mintieron, y escribieron intencionalmente con el propósito de perpetrar el más grande engaño que jamás ha sido impuesto en las mentes de los hombres.

 

¿Cuál de estas tres opciones es la correcta? La única forma de determinar la respuesta a esa pregunta, y aclarar el asunto de si la Biblia es inspirada o no, es examinar la evidencia que pruebe o desapruebe la afirmación. En todas las áreas de la conducta humana (por ej., filosofía, ciencia, etc.), hay reglas, principios, o leyes básicas que gobiernan el proceso del pensamiento. Por ejemplo, la ley filosófica de la racionalidad declara que una persona debería sacar solamente aquellas conclusiones garantizadas por la evidencia adecuada. En la examinación de la evidencia que apoya, o desacredita, las afirmaciones bíblicas de su inspiración, hay numerosas avenidas que pueden ser exploradas. Por ejemplo, sería un estudio interesante y provechoso examinar tales áreas como la singularidad de la Biblia, su fenomenología interna y externa, sus profecías cumplidas, o su exactitud histórica. Pero en esta discusión, quisiéramos dirigir nuestra atención a la exactitud científica de la Biblia, ver si hay presciencia [conocimiento de las cosas venideras] científica dentro de sus páginas que no pudo haber llegado en otra forma que no fuera la revelación de ella por parte de Dios a los autores. Si tal presciencia está presente - cientos o miles de años antes de que fuera conocida por la mente moderna - es apenas lógico suponer que hombres engañados o mentirosos pudieran ser los responsables de tal información. En lugar de eso, la ley de la racionalidad demanda que sigamos la evidencia hasta su obvia conclusión: Dios, a través de la inspiración, proveyó a los autores con tal material.

 

Hay numerosas áreas de la ciencia en las cuales la Biblia contiene presciencia asombrosa. Considere, por ejemplo, el siguiente breve muestreo.

 

Del Campo de la Astronomía

Al hablar de Dios, el profeta Isaías declaró: "El está sentado sobre el círculo de la tierra" (Isaías 40:22). El término hebreo que usó Isaías para "círculo" es la palabra khug, que indica una esfera que es redonda - como opuesto a algo plano, cuadrado o rectangular. ["El es el que está sentado sobre la redondez de la tierra" (Isaías 40:22 - Biblia de las Américas)]. Por supuesto, las personas de los días de Isaías (y por muchas generaciones después de eso) enseñaban que la Tierra era plana. No obstante, ¿la Biblia contenía presciencia científica que estuvo siglos antes de su tiempo? ¿Cómo supo Isaías que la Tierra era redonda y no plana como lo sugería la opinión popular? ¿Fue su exacto avalúo simplemente buena suerte?

 

Con respecto a la luz y las tinieblas, el Señor preguntó a Job: "¿Por dónde va el camino a la habitación de la luz, y dónde está el lugar de las tinieblas?" (Job 38:19). De la luz es dicho que viaja por un "camino" (Hebreo, derek), que es literalmente una senda o vía (cfr. Génesis 16:7). Por otro lado, de las tinieblas es dicho que está en un "lugar" (Hebreo, maqom), que indica un paraje o sitio (cfr. Génesis 1:9; 28:11). Hasta el siglo diecisiete, era creído que la luz se trasmitía instantáneamente. Entonces, Sir Isaac Newton sugirió que la luz estaba compuesta de pequeñas partículas que viajan en una línea recta, Christian Huygens propuso la teoría de la onda de la luz, y Olaus Romer midió la velocidad de la luz como es evidenciado por su demora a medida que viaja a través del espacio. Los científicos saben ahora que la luz es una forma de energía llamada energía radiante, y que viaja en ondas electromagnéticas en una línea recta a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo (1.062 millones de kilómetros por hora). ¿Cómo pudo el autor de Job haber hablado de la luz viajando en una senda o camino, cuando esa información no sería descubierta hasta varios milenios después?

 

Salmos 19:5-6 también contiene una verdad científica interesante. Al hablar del Sol, el salmista anotó que "... De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos; y nada hay que se esconda de su calor". Por muchos años los científicos enseñaron la idea de la geocentricidad (eso es, la idea de que el Sol gira alrededor de la Tierra). Luego fue descubierto que el Sol no es estacionario (eso es, no está fijo), como una vez se pensó, sino que realmente se está moviendo a través del espacio. En efecto, es estimado que está viajando aproximadamente a 965.580 kilómetros por hora, en una órbita que tan grande que le tomaría 200+ millones de años para completar una sola órbita. ¿Cómo pudo el salmista haber sabido que el Sol tiene un "circuito" (órbita)? Hay también otra joya empacada en estos versículos. El salmista insinuó el hecho de que el Sol es la fuente de energía para la Tierra cuando escribió que "y nada hay que se esconda de su calor". Esta es una declaración sorprendente, considerando cuándo fue escrita, y por quién.

 

Los hombres siempre han estado ocupados a sí mismos en los intentos por calcular el número de las estrellas en el Universo visible. Aproximadamente en el año 150 A.C., un astrónomo con el nombre de Hiparco declaró que había contado las estrellas y que halló que el número era de 1.026. Aproximadamente en el año 150 D.C., el astrónomo Tolomeo contó las estrellas y documentó el calculo en 1.056. El astrónomo danés, Tycho Brahe sugirió el calculo en mas de 777. En el año 1600 D.C., el astrónomo alemán que sugirió las leyes del movimiento planetario, Johannes Kepler, publicó el número de las estrellas como siendo de 1.005. Hoy día, por supuesto, sabemos que el calculo es mucho mayor. Por ejemplo, el renombrado astrónomo de Cornel University, Carl Sagan, [ya fallecido], sugirió que por encima de 25 sextillones de estrellas han sido documentadas (eso es, un 25 con 21 ceros detrás de este), sin embargo, en ninguna parte escuchamos que se terminó de contar las estrellas en el Universo. No obstante Génesis 15:5 y Jeremías 33:22 señalan que las estrellas de los cielos simplemente son demasiadas para ser contadas. ¿Cómo supieron Moisés y Jeremías - mucho antes de que fueran inventados el telescopio y el satélite - lo que sabemos hoy día para ser tan exactos? Las estrellas de los cielos son literalmente innumerables. ¿Fue esto simplemente un golpe de suerte de parte de estos dos autores?

 

Del Campo de la Oceanografía

Hace mucho el rey Salomón escribió: "Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo" (Eclesiastés 1:7). Esta declaración, a primera vista, puede no parece profunda. Pero cuando es considerada con evidencia adicional, y otros pasajes bíblicos, se convierte en todo lo más interesante. Por ejemplo, el río Mississipi, cuando se mueve a una velocidad normal, vierte aproximadamente 6.052.500 galones de agua por segundo en el Golfo de México. Y eso es meramente un sólo río. ¿A dónde va toda esa agua? La respuesta, por supuesto, reposa en el ciclo hidrológico que está tan bien ilustrado en la Biblia. Eclesiastés 11:3a declara que "si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán". Amós 9:6b anota, al hablar de Dios, que "... él llama las aguas del mar, y sobre la faz de la tierra las derrama; Jehová es su nombre". La idea de un ciclo de agua completo no fue entendido o aceptado completamente hasta los siglos dieciséis y diecisiete. La primera evidencia substancial vino de los experimentos de Pierre Perrault y Edme Mariotte. El astrónomo Edmund Halley también contribuyó información valiosa al concepto de un ciclo completo de agua. No obstante, más de 2.000 años antes de sus obras, las Escrituras indicaban claramente un ciclo del agua. ¿Fue esto meramente una suposición accidental de parte de los escritores?

 

A Job le fue preguntado por Dios (38:16) - "¿Has entrado tú hasta las fuentes del mar, y has andado escudriñando el abismo?" ["... o andando en las profundidades del abismo" - Biblia de las Américas]. ¿Qué son "las profundidades del abismo"? (La palabra hebrea para abismo es la palabra para mares u océanos). El hombre, en los siglos anteriores, consideraba la orilla del mar como nada sino poco profundo, con la extensión arenosa moviéndose suavemente de un continente a otro. Luego, en 1873 un equipo de científicos trabajando en el Océano Pacífico en la nave británica Challenger descubrió una "profundidad" de 8 kilómetros de honda. Casi cien años después, en 1960, los científicos localizaron un profundo surco de 10.924 metros (mas de 9.5 kilómetros) dentro del Océano Pacífico. ¿Cómo pudo el escritor del libro de Job haber sabido que estas "profundidades del abismo" existían cuando nosotros no los descubrimos hasta siglos después? ¿Simplemente otro golpe de suerte?

 

Del Campo de la Física

En Génesis 2:1 Moisés declaró, "Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos". Esta es una declaración intrigante, porque Moisés escogió el tiempo hebreo pasado definido para el verbo "acabado", indicando una acción completada en el pasado, sin efectos continuos en el futuro. Moisés declaró que la creación fue "acabada" [terminada] - de una vez por todas. Esa es exactamente la implicación de la Primera Ley de la Termodinámica (a menudo referida como la Ley de la Conservación de la Energía/Materia), la cual declara que en la naturaleza, ni la energía ni la materia puede ser creada o destruida. Fue a causa de esta Ley que la "Teoría del Universo Estacionario" de Sir Fred Hoyle (también conocida como "Creación Continua" fue descartada. Hoyle declaró que en los puntos del Universo llamados "irtrones", la materia estaba siendo creada sobre una base continua. Pero tal idea contradice la Primera Ley de la Termodinámica. Ciertamente, no hay "creación" ocurriendo hoy día. Fue acabada, exactamente como lo declaró Moisés. Pero ¿cómo pudo saber él esta clase de información científica avanzada?

 

En tres lugares en la Biblia (Hebreos 1:11; Isaías 51:6; Salmos 102:26) es dada la indicación de que la Tierra, como una vestidura, se "envejecerá". Acorde la Segunda Ley de la Termodinámica, la energía se está volviendo menos y menos disponible para su uso. Declarado de manera sencilla, esto quiere decir que todo se está envejeciendo, y que teóricamente el Universo eventualmente experimentará un evento en alguna parte en el futuro designado como su "muerte calurosa" -eso es, el punto en el tiempo cuando no habrá más energía disponible. Los escritores de la Biblia sabían que la tierra se estaba "envejeciendo". No obstante, no descubrimos esta verdad hasta relativamente hace poco. ¿Cómo pudieron los escritores de la Biblia haber sabido eso?

 

Del Campo de la Medicina

Moisés dijo a los israelitas en Levítico 17:11-14 que "... la vida de la carne en la sangre está ..." Ciertamente, Moisés estaba en lo correcto. En los humanos (y en muchos animales), por ejemplo, la vida es hecha posible debido al hecho que los glóbulos rojos de la sangre pueden transportar oxígeno (gracias a la hemoglobina encontrada en aquellos glóbulos). En realidad, en los glóbulos rojos de la sangre hay aproximadamente 270.000.000 de moléculas de hemoglobina por glóbulo. Si hubieran menos, no habría suficiente oxígeno restante para sustentar la vida, por decir, un fuerte estornudo, o un accidente que haga salir el aliento de una persona. Hoy día sabemos que literalmente la "vida de la carne" está en la sangre, no se sabía eso en los días de George Washington. El padre de los USA murió como resultado de un tratamiento médico de sangría en uso en ese tiempo. Moisés sabía que la vida de carne estaba en la sangre, pero los doctores de George Washington no. ¿Cómo pudo Moisés haber sabido tal cosa?

 

Dios dijo a Abraham en Génesis 17:12 que al octavo día el recién nacido de los varones Hebreos debía ser circuncidado. ¿Por qué al octavo día? En 1935 el profesor Henrik Dam propuso la "Vitamina K" para el factor en alimentos que ayudaban a prevenir las hemorragias en los niños. Sabemos ahora que la Vitamina K es responsable de la producción de protrombina para el hígado. Si la protrombina no está a niveles adecuados, habrá deficiencia de protrombina y puede ocurrir hemorragias. Sin embargo, es solamente del quinto al séptimo día de vida del varón recién nacido que la Vitamina K empieza ser producida (por bacterias en el sistema intestinal). Y, es solamente al octavo día que el porcentaje de protrombina realmente se trepa por encima del 100% de lo normal. El único día en toda la vida de los varones que el elemento coagulante de la protrombina está por encima del 100% es al octavo día. Por tanto, el mejor día para la circuncisión, es al octavo día. Pero ¿cómo supieron Moisés y Abraham eso en sus limitados días de conocimiento científico?

 

Génesis 3:15 enseña claramente que el varón y la mujer poseen la "simiente de la vida". Sin embargo, esta no fue la posición comúnmente sostenida en los días de Moisés. Ni fue la posición comúnmente sostenida sólo hasta hace unos pocos siglos. Varios escritores de esos días pasaron por alto, incluyendo algunos de los días de Moisés, sentían que solamente los varones poseían la semilla de la vida, y que la mujer era poco mas que una incubadora glorificada. Un escritor griego, Demócrito, aún fue tan lejos como para sugerir que la simiente del varón podía ser depositada en el barro tibio y el resultado sería el mismo. Pero Moisés supo siempre que el varón y la hembra poseen la simiente de la vida. ¿Cómo lo supo?

 

Cuando Moisés enseñó en Levítico 17:15 que un animal que ha muerto naturalmente no debe ser comido, proveyó a los israelitas con lo que conocemos hoy como las regulaciones más avanzadas de higiene y salud pública. En este día y época, por ejemplo, es contra la ley llevar un animal que ha muerto naturalmente a un matadero para ser preparado para el consumo humano. Si el animal murió de rabia, ántrax, o cualquiera de las numerosas enfermedades zoonosistas, ciertamente no sería aconsejable para los humanos consumir la resultante carne descompuesta. Pero ¿cómo pudo Moisés haber sabido acerca de tales cosas en su día, mucho antes de la llegada de los métodos usados para reconocer y diagnosticar las enfermedades transmitibles?

 

En Levítico 11 Moisés dio a los israelitas estrictas leyes sanitarias, incluyendo las instrucciones de no comer puerco (entre otras cosas). ¿Por qué daría Moisés tal prohibición? Hoy día podemos al menos teorizar en cuanto a su razonamiento. Los cerdos, siendo animales que se alimentan de carroña, comerán casi cualquier cosa. Consecuentemente, son los mas propensos a infecciones bacteriales y de parásitos que muchos otros animales. Uno de los parásitos que los cerdos algunas veces adquieren como resultado de sus hábitos alimenticios es el organismo Trichinella spiralis - la causa de la enfermedad conocida como triquinosis. Es una enfermedad dolorosa, a veces fatal, causada por comer cerdo medio cocinado o crudo que esté infectado con el parásito vivo. Reconocemos que la prohibición puesta en el lugar por Moisés era científicamente correcta. Pero, ¿cómo pudo Moisés haber sabido tal información por sí mismo? ¿Simplemente otro golpe de buena suerte?

 

Del Campo de la Biología

Moisés declaró mas de una vez en Génesis (1:11-12,21,24) que las cosas se reproducen "según su género". Esto, por supuesto, no nos sorprende hoy día, porque entendemos la genética y las leyes hereditarias, que aseguran que las cosas se reproduzcan según su género. Un búfalo no da a luz un caballo; un banano no da a luz un tomate; un perro no da a luz un gato. Las cosas siempre se reproducen según su género, y aún hoy día estas cosas son ciertas en la naturaleza. Pero, ¿cómo supo Moisés estas verdades - muchos años antes de la ciencia de la genética (que empezó en serio en 1900)?

 

En Hechos 17:25, Pablo declaró que es Dios Quien da a todos vida. Por siglos los hombres han tratado de crear vida a través del proceso de la generación espontánea. Aún después que científicos como Spallanzani, Redi, Pasteur, y otros documentaron que la generación espontánea es imposible, los evolucionistas aún continúan tratando, para que su teoría pueda ser defendida como cierta. Sin embargo, hasta la fecha, nadie jamás ha "creado vida". Pablo supo hace mucho que era Dios Quien da vida. ¿Fue eso simplemente buena suerte de parte del apóstol?

 

Pablo también declaró en 1 Corintios 15:39 que hay cuatro clases (o géneros) de carne - la de los hombres, la de las bestias, la de los peces, y la de las aves. Aún hoy día los evolucionistas aceptan esto como un hecho reconocido de la ciencia. Estos cuatro géneros de carne ciertamente son diferentes en su composición bioquímica. Pablo, un predicador itinerario, ¿cómo supo de esto?

 

Conclusión

 

Los detalles mencionados aquí son simplemente un escaso ejemplo de los muchos detalles que podrían haber sido discutidos. Ni aún nos hemos dirigido a los varios campos de la arqueología, la biofísica, la biología molécular, la geografía, etc. Pero el punto aún está bien hecho. Hay presciencia científica en la Biblia que estuvo años adelante de su tiempo. ¿Cómo pudieron los escritores de la Biblia haber tenido acceso a tal información - a no ser que Dios, Quien creó el Universo y todo lo que en él hay, se los dijera? Es irracional e ilógico sugerir que tal presciencia pudiera haber llegado a través de simples hombres, y especialmente hombres que o eran mentirosos o fueron engañados. Tal posición es indefendible, y no puede ser sustentada a la luz de las verdades y hechos a la mano.

 

La Biblia es lo que afirma ser - la Palabra Inspirad de Dios. Es terminante, y ha sido dada al hombre para una vida abundante aquí (Juan 10:10b) como también una vida eterna en lo porvenir (Juan 3:16). Las evidencias que sustentan sus afirmaciones son innumerables e irrefutables.

 

Versión al Español por:

Jaime Resterpo M.

Agosto, 1999

Correo electrónico:

jaimer@emtelsa.multi.net.co

 Material extraído de: http://amigoval.com/Restrepo/Pruebas.htm

Bienvenido