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Apologetica Cristiana

El Verbo, ¿quién es realmente?

El Verbo, ¿quién es realmente?

por Juan Valles 

Esta es una de las declaraciones más profundas de toda la Escritura, cuya enseñanza ha sido torcida, vituperada, confundida, mal traducida, etc. El misterio que encierra este verso es descrito por el apóstol Pablo quien dijo que era “grande el misterio de la piedad”.  Ahora bien, ¿qué es lo que dijo el apóstol Juan a través de este pasaje?

Hace algunos años un hermano en Cristo me preguntó porqué Juan había escogido comenzar a hacer su descripción de Jesucristo a través de una palabra como Logos. A ese respecto, no tuve nada que responderle porque sinceramente no lo sabía; lo que sí percaté es que un muchacho, el cual no tenía ni un año de convertido al cristianismo estaba haciéndome semejante pregunta.

No hay que dudar que Juan estaba escribiendo básicamente a una audiencia gentil, sin descartar la inclusión de algún judío. Ya Mateo y Marcos habían escrito sus evangelios al pueblo judío, y en especial Mateo había procurado informar que Jesús era el Mesías judío que cumplía con los requisitos proféticos para tal título, por ello es que en Mateo hallamos tantas referencias a las profecías mesiánicas: “para que se cumpliera la escritura”; o simplemente “para que se cumpliere lo dicho por el profeta.”

Además, notemos que Mateo inicia su evangelio con una larga genealogía desde Abraham, el padre de los judíos donde se destaca la línea descendente desde éste hasta Jesús, pasando por Jacob, David, etc. Pero Juan no necesitaba darle a entender al pueblo gentil esas largas genealogías de los judíos ni todas las costumbres. Para creer en Jesús no hace falta adentrarse en la cultura judía, así que Juan comenzó a hablar al pueblo gentil con palabras que ellos mismos conocían bien.

William Barklay dice:

“¿Es que un griego que quisiera hacerse cristiano estaba obligado a reorganizar todas las categorías de su pensamiento para que se ajustaran a las de los judíos? ¿Tendrían que aprender un montón de la historia de los judíos y de su literatura apocalíptica (que hablaba de la venida del Mesías) antes de ser cristiano?... Juan se enfrentó con este problema directa y honradamente. Y encontró una de las mayores soluciones que hayan entrado nunca en la mente humana…” [i]

Así que Juan necesitaba hablarle al mundo gentil de una persona judía nacida bajo las profecías que se le habían dado a los judíos. Lucas en su evangelio no colocó a Jesús partiendo desde Abraham como hizo Mateo en su genealogía, sino que fue más allá hasta Adán, diciendo no sólo que Jesús es descendiente de Abraham para englobar así al pueblo judío en el alcance del Mesías, sino que lo engloba hasta Adán para destacar que Jesús abarca a toda la creación.

¿Qué significaba el término Logos? El Logos era concebido como la razón, como la sabiduría.  Vine dice que este término significa la expresión del pensamiento, no sólo el mero nombre de un objeto, sino la encarnación de una idea.  Así que los griegos estaban identificados con esta palabra, un término que no les era extraño en lo absoluto, pues ellos pensaban que lo que tenía en orden el Universo el Logos, sabían que había “alguien” con una mente superior que dirigía y hacía que todas las cosas fueren, y decían que ése era el Logos.

Después de hablar de Heráclito, y cómo concebía el Logos,  Barklay sigue diciéndonos:

“Para Heráclito, el Logos era el principio de orden bajo el cual seguía existiendo el universo… Heráclito se acercó todavía más al fondo de la cuestión. ¿Qué era lo que, individualmente y e cada uno de nosotros, nos hacía ver la diferencia entre el bien y el mal? ¿Qué nos capacitaba para pensar y razonar?... De nuevo Heráclito daba la misma respuesta: Lo que le daba a una persona la razón y el conocimiento de la verdad y la habilidad para discernir entre el bien y el mal era el logos de Dios que moraba en su interior.” [ii]

Pero eso no era todo. Juan no podía hablarles a los gentiles de algo que no existiera en la mente del judío. Y Juan, como judío, si necesitaba hablar del Logos, debía conocerlo también. ¿Qué concepto, pues, tenían los judíos acerca del Logos?

Recordemos que el término Logos quiere expresa “palabra”, y el concepto que el judío tenía de palabra era mucho más dinámico y poderoso que el que tenemos nosotros.  Barklay cita al profesor John Paterson que dice:

“Para el hebreo, la palabra era algo aterradoramente vivo… Era una unidad de energía cargada de poder. Volaba como una bala hacia su blanco.” [iii]

Para significaba mucho más que eso. Nelson, en su diccionario se debate en la interrogante del concepto del Logos que tenía Juan, y concluye:

“Más consecuente con el pensamiento juanino sería pensar que fue un ambiente semítico el que produjo el término. Verosímilmente se han sugerido una o más de las siguientes fuentes: el uso veterotestamentario de «la palabra de Yahveh», la personificación de la sabiduría (Pr 1: 20-33; 8: 1-9, 18), la especulación judía sobre la Ley y el uso en los Tárgumes de memra (en arameo, palabra)” [iv]

Ahora bien, este concepto ha sido estudiado y analizado, y, aunque ya sabemos que el Logos de Dios es claramente identificado por Juan como el mismo Jehová del Antiguo Testamento (y sin dudar de que los evangelios sinópticos también le acreditan a Jesucristo carácter divino), la cuestión acerca del concepto hebreo del Logos no ha quedado completamente satisfecho. Para esto me permito copiar lo que dice Eugenio Dañinas acerca de esto:

“En Éfeso, donde probablemente el anciano apóstol escribió su evangelio, la obra del filósofo griego Heráclito fue bien conocida. De ahí que Moffat aun sugiere que un estoico muy bien podría haber escrito: “En le principio era el Logos, y el Logos era Dios”.

Ciertamente nos permitimos pensar que Juan, muy alerta para aprovecharse del pensamiento de los eruditos de su día, se alegraba de usar esta terminología judaica-platónica-estoica: Logos, para ayudarse a exponer la naturaleza y misión de Jesús en el universo. Es “una forma intelectual” del mundo greco-romano, justamente como “Mesías” pertenecía al mundo judío; pero con esta diferencia: de que la idea de Logos ya estaba aceptada también en el mundo judío.

Es, sin embargo, muy difícil traducir Logos al español, a causa de la idea doble, en él, de Razón y Expresión. El poeta laureado Robert Bridges traduce estas palabras en su nuevo libro así: “En el principio era la mente”. Y esto, por cierto, es posible. Pero lo que es imposible es derivar el logos de Juan del de Filón, del de Platón o del de Heráclito, aunque, fuera de toda duda, rasgos de cada uno pueden hallarse en el uso de Juan, además del término dado a la Sabiduría en el libro de los proverbios de Salomón."[v]

Por otra parte, es bien sabido que los judíos contemporáneos de Jesús ya no hablaban hebreo, el lenguaje de las Sagradas Escrituras, sino el arameo. No obstante, en sus sinagogas, las Escrituras se leían siempre en el hebreo original; pero para que el pueblo pudiera comprenderlas se hicieron muchas traducciones al arameo. Estas traducciones se conocen bajo el nombre de Targums.

Ahora bien: los judíos observaban escrupulosamente el mandamiento de no tomar el nombre de Dios en vano y, en un maravilloso intento de evitar el mismo uso del nombre divino, lo sustituyeron por perífrasis muy reverentes, tales como: “el Señor”, “el Bendito”, “el Eterno” y otras expresiones similares que en la mayoría de los casos se reducían a la de “el logos”. O sea, que se usaba libremente la palabra aramea “Memra” (“Verbo”) como una personificación de Dios y para referirse a Jehová.

Esto es muy común en los Targums, y de esta manera leemos que nuestros primeros padres “oyeron la voz del Logos que se paseaba en el huerto” (Génesis 3:8), y que Jacob tomó “al Logos del Señor como su Dios” (Génesis 28:21). Así que, allí donde se usaban los Targums, el pueblo estaba acostumbrado a identificar el Logos de Dios con Jehová mismo. El tema central del Evangelio según San Juan es demostrar la divinidad del Mesías, y el apóstol, conocedor de la común costumbre de usar esta perífrasis escritural entre los judíos de su tiempo para designar a Jehová, la emplea para probar la deidad de Cristo  y su eternidad.” [vi]

Las sectas desconocen tal vez este concepto judío acerca del logo que lo identifica no sólo con la razón o la palabra, sino con el mismo Jehová.

Pero hay algo más por enfatizar. Hay quienes, no obstante la evidencia, se atreven a creer aún que Jesucristo, el Verbo encarnado es un Dios inferior al Padre, y basan su argumentación en el hecho de que la oración escrita por Juan sólo tiene artículo determinado la palabra “Theós” que identifica al Padre y no el “Theós” que se refiere al Hijo. ¿Es eso cierto?

Vamos a copiar aquí lo que originalmente dice el texto griego: “En arkhe en ho Logos, kai ho Logos en pros ton Theon, kai Theos en ho Logos.”

Ahora bien, en griego, cuando se coloca un nombre, casi siempre se le coloca el artículo determinado correspondiente. Esto, evidentemente, es muy diferente al español. El artículo correspondiente en este caso es “ho”; para explicar este hecho, bastará con decir que la última parte de la oración tiene dos nombres y un solo artículo, que se ha colocado para el término “Dios” y no para el Verbo. En español, esa oración dice: “En principio era el Verbo, y el Verbo era cabe Dios, y Dios era el Verbo”. Esto es lo que dice literalmente el verso completo. Véase que la última parte del mismo dice: “kai Theos en ho Logos”, o sea, “y Dios era el Verbo”. Aquí se presentan dos términos que pueden indicar identidad: uno, es Dios, y otro es el Verbo. La palabra Dios (Theós) no lleva el artículo correspondiente ho (que significa “el”), sino que la palabra que lo lleva es el Verbo (ho Logos). Algunas sectas argumentan por esto que el título divino del Verbo no tiene la misma intensidad que la que tiene el Padre, porque, cuando se habla de éste aparece ho Theós, pero cuando se habla del Verbo aparece sólo Theós. Para concluir: algunos dicen que el Logos es inferior al Padre porque Su Deidad no tiene artículo!

Pero esto demuestra una demencial ignorancia de la gramática griega. Primero, hay que notar que el texto no dice que Verbo era Dios, sino que Dios era el Verbo. ¿Cuál es la diferencia? Sencillo: que en el griego cuando se quiere dar énfasis e importancia a un hecho determinado, se coloca primero el predicado antes que el sujeto de la oración.

De esta manera ya podemos ver lo que se dice desde las primeras palabras del verso: que el Verbo es el protagonista del escrito juanino. Y no sólo eso, sino que entre el Verbo y Dios, la lógica nos dice que nadie es más importante que Dios, ni debe tener el protagonismo y la Gloria que por naturaleza le son característicos, y no obstante, la relevancia la tiene aquí el Verbo, con lo que se alude a la igualdad divina.

Ahora bien, está presente otro interesante elemento. El griego, como ya se dijo, no es igual al español a el inglés. Ya hemos visto que la parte final del verso carece de artículo cuando se habla del Verbo y su Deidad. Lo que algunos (y digo algunos porque casi todos los eruditos del griego bíblico concuerdan con esto) dicen de la ausencia del artículo sirve más bien para evidenciar el carácter divino del Verbo y su evidente igualdad con la Deidad. La ausencia del artículo enfatiza no la identidad del Verbo, sino su cualidad, lo que realmente es el Verbo. Este hecho es confirmado por el Manual de la Gramática del Griego del Nuevo Testamento, por H. E. Dana y Julius R. Mantey:

“La función del artículo es señalar un objeto o llamar la atención a éste. Cuando el artículo aparece, el objeto es ciertamente definido. Cuando el artículo no se usa, el objeto puede o no ser definido... La función básica del artículo griego es señalar la identidad individual  [vii]

Algunas veces, con un nombre que el contexto comprueba ser definido, el articulo no se usa. Esto hace que la fuerza recaiga sobre el aspecto cualitativo del nombre en lugar de su sola identidad. Un pensamiento puede concebirse desde dos puntos de vista: 1) identidad, y 2) cualidad. Para indicar el primer punto de vista, el griego usa el artículo; para el segundo, el anathorous (sin artículo) es usado. También en expresiones que han sido tecnizadas o estereotipadas, y en salutaciones, el artículo tampoco se usa” [viii]

Fíjese que el término Theós no se muestra como identidad, sino como cualidad: “Y Dios era el Verbo”, es decir, que la Palabra era Dios. Aquí el sujeto de la oración es el Verbo (ho Logos), y ésa es su identidad. Pero el predicado de la oración es lo que es ése Verbo: “era Dios”, o sea, su cualidad. ¿Por qué esa última parte no tiene el artículo correspondiente? Porque si dijere que el Verbo era ho Theós estaría diciendo que el Verbo es el Padre, lo cual sería modalismo, y estaría en contradicción con la primera parte del verso que dice que el Verbo estaba con Dios. Barklay lo explica de la siguiente manera:

“Cuando no se usa el artículo determinado con un nombre, ese nombre se usa como adjetivo. Juan no dijo que la Palabra era ho Theós, lo que habría querido decir que la Palabra era el mismo que Dios. Dijo que la Palabra era Theós –sin artículo definido-, lo que quiere decir que la Palabra era, podríamos decir, del mismo carácter y cualidad y esencia y ser que Dios… no estaba diciendo que la Palabra es el mismo que Dios, sino que es lo mismo que Dios” [ix]

Para concluir con esta poderosa enseñanza, bastará una voz como la de Vine para dar por entendido este argumento:

La lengua castellana puede tener necesidad o no del artículo en la traducción. Pero esto no es así en la lengua griega. Así, en Hch 27.23 («el Dios de quien yo soy», lit.), el artículo señala al Dios especial al que Pablo pertenece, y tiene que ser preservado en castellano. En el versículo que sigue de inmediato a este (jo theos) no precisamos de este artículo en castellano» (adaptado de A. T. Robertson, Grammar of Greek, N.T., p. 758).

En cuanto a esto último, es usual emplear el artículo con un nombre propio, cuando se menciona por segunda vez. Hay, naturalmente, excepciones a ello, como cuando la ausencia del artículo sirve para acentuar o para precisar, el carácter o la naturaleza de lo que se expresa en el nombre. Un caso notable de ello se halla en Jn 1.1, «y el Verbo era Dios»; habiendo aquí un doble énfasis sobre theos, por la ausencia del artículo y por la posición enfática en la estructura de la oración.” [x]

Ahora, los que dicen que el Verbo es inferior a Dios tienen que luchar inútilmente contra estas pruebas. Y no obstante, estas verdades son netamente espirituales, y siempre habrá quienes, sumergidos en su propio error, quieran tratar de poner resistencia ante la verdad de Dios. Pero todo intento será inútil…

 

 Este artículo puede hallarlo en EDF Apologética Cristiana


 

[i] Barklay, William. Comentario al Nuevo Testamento, volumen 5.Editorial Clie, 1995. Pág. 16

[ii] Idem, pág. 49

[iii] Idem, pág. 40

[iv] Nelson, Wilton M., Nuevo Diccionario Ilustrado de la Biblia, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1998.

[v] Véase la Divinidad de Cristo en el Evangelio de Juan, por A. T. Robertson. Casa Bautista de Publicaciones. El Paso, Texas (EE.UU.).

[vi] Danyans, Eugenio. Proceso a la Biblia de los testigos de Jehová. Editorial Clie, 1971. Pág 52-54.

[vii] Esto está en la Página 137, pero citado por Danyans, Eugenio. Proceso a la Biblia de los testigos de Jehová. Pág 41.

[viii] Esto está en la Página 149, pero citado por Danyans, Eugenio. Proceso a la Biblia de los testigos de Jehová. Pág 41.

[ix] Barklay, William. Comentario al Nuevo Testamento, volumen 5. Pág. 53

[x] Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo, (Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999.

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